El Hotel Plaza promete otros cien años


EL Hotel Plaza, uno de los más emblemáticos y elegantes de La Habana, que el pasado tres de enero cumplió cien años, continúa en la preferencia del turista moderno, amante de la calidad y el confort, pero también de la cultura y la historia.

Iván Nicolás Melo, su director, destacó a Granma Internacional que por la eficiencia en los servicios y los resultados económicos alcanzados en el 2008, la institución con categoría de cuatro estrellas estuvo entre las primeras del Grupo Hotelero Gran Caribe, al cual pertenece. El pasado año mantuvo una ocupación promedio del 70%.

La privilegiada ubicación del Plaza y el rico acerbo histórico-cultural que atesora —de gran atractivo para el turista interesado en algo más que sol y playa—, unido al continuo incremento del confort y la atención personalizada han influido en los resultados obtenidos.

Erguido y desafiante frente al Parque Central, a pocos metros del Prado habanero, el Gran Teatro de La Habana y el Museo Nacional de Bellas Artes, el hotel también está muy cercano al Centro Histórico de la capital, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Otrora mansión de la acaudalada familia criolla Los Pedrosos y posteriormente sede del periódico Diario de la Marina, el Plaza conserva el esplendor y la distinción que siempre lo caracterizó, ahora enriquecido con las comodidades y servicios de la vida moderna.

La exquisitez de sus pisos con pequeños mosaicos franceses trabajados a mano, los elegantes muebles de estilo elaborados con maderas preciosas, sus techos, de los que cuelgan lámparas de cristal y bronce que simulan viejos quinqués del siglo XIX, además de otros elementos del decorado que recuerdan el pasado colonial, resultan dignos de admirar.

En el restaurante Plaza Real, el más lujoso, se aprecian, cual guardianes, dos finísimos jarrones de porcelana asiática, además de aparadores estilo Luis XV y un espejo en cuya borla se constata el trabajo de calado propio del Renacimiento español.

A unos pasos de la entrada, el octogonal Lobby-Bar, con su fuente central, rodeada de pequeñas mesas redondas, evoca el viejo patio colonial de la casa del antiguo dueño. Los turistas disfrutan allí de variados refrigerios acompañados del clásico café cubano. Hermosos vitrales cubren el techo a la vez que tapizan el entorno y le dan donaire a la espaciosa barra que se encuentra al fondo, donde se preparan selectos tragos de la coctelería cubana e internacional.

FIDEL VISITO EL HOTEL EN 1991

En el Roof Garden, en el 5º piso, se encuentran el restaurante-buffet y el bar Fausto. Allí Fidel asistió a la cena de gala ofrecida al término de los Juegos Panamericanos de La Habana en 1991, acto que coincidió con la reapertura del hotel, luego de un arduo proceso de remodelación. La firma del líder de la Revolución cubana en el Libro de Visitantes ha quedado como constancia del acontecimiento.

Pero ese bello sitio del hotel guarda otros secretos como es la presencia, en las primeras décadas del siglo XX, de los hermanos Simons. A Fausto, quien fuera gerente del Roof Garden, se debe el nombre del bar, mientras su hermano Moisés, conocido autor de El Manisero, tocaba con su orquesta y amenizaba los bailables.

Iván Pérez, encargado de las Relaciones Públicas, comenta que en la actualidad una de las ofertas que tiene mayor aceptación por los clientes es el desayuno en la terraza del Roof Garden, pues les permite disfrutar de una vista panorámica de la ciudad donde destacan el arbolado Prado, los desiguales techos de edificios públicos, la aguja de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y el Morro de La Habana.

En el Plaza, el buen servicio y el trato amable por parte de todo el personal es algo cotidiano que subyuga a los huéspedes e incentiva su retorno.

NOS SENTIMOS COMO EN FAMILIA

"Las personas son muy amigables", asegura Paul Amps; "nos sentimos como en familia", añade Mark Gwaylo, mientras degustaban sendos cocteles del Centenario —trago distintivo— elaborados por su creador, el premiado barman Eloy Hernández, en el Bar Solarium, desde el cual se puede observar una hermosa puesta de sol, la ceremonia del tradicional cañonazo de las nueve en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, al otro lado de la bahía, y el majestuoso edificio estilo Art Decó que ocupara la firma ronera Bacardí.

En amena charla con estos británicos conocimos que se hospedan por vez primera en el hotel pero ya piensan en volver. Confesaron querer aprender todo sobre los cocteles clásicos cubano.

"Me sentí muy bien. Apenas entré, sentí una sensación muy buena. El desayuno en la terraza del quinto piso es enorme y la vista fantástica. El personal es muy amistoso y servicial", consigna la alemana Aleksandra Jovanovic.

Según refirió el director, el pasado año, España y los Países Escandinavos fueron los principales emisores de turistas hacia esta instalación, que cuenta con 188 habitaciones —de ellas 15 junior suites, tres suites, ocho triples y 162 dobles, con decoraciones lujosas y atractivas que han acogido a celebridades como las bailarinas Ana Pavlova, de Rusia, e Isadora Duncan, de EE.UU., y el famoso jonronero norteamericano Babe Ruth.

La suite 216, que ocupara el pelotero de Los Gigantes de New York, se conserva como museo para beneplácito de los amantes de este deporte que quieran hospedarse allí.

Más recientemente, políticos como Manuel Fraga, entonces presidente de la Junta de Galicia, personal diplomático, del mundo del comercio y los negocios, así como a integrantes de la organización norteamericana Pastores por la Paz, se han hospedado en él.

También lo han visitado destacados cubanos como Francisco Repilado, más conocido como Compay Segundo, uno de los ganadores del Premio Grammy en 1998, la afamada artista y vedette María de los Angeles Santana y la reconocida intelectual Graciella Pogolotti.

ORIGINALES DE RENOMBRADOS PINTORES ADORNAN SUS PAREDES

Mención aparte merecen los cuadros originales que adornan al Plaza, obra de famosos pintores como Esteban Valderrama de la Peña, Esteban Domech, Federico Sulroca y Juan Gil García, los cuales datan de los primeros años de fundado el hotel.

A estas obras se suman ahora otras donadas por Arturo Montoto, Mario Portela, Miguel Couret y David Santa Fé, y que formaron parte de una exposición realizada por ellos en la instalación con motivo del centenario.

Hay que destacar también que desde los inicios de la pseudorrepública, el hotel fue el lugar ideal para reuniones y banquetes de los clubes de Leones de La Habana y de Rotarios, además de que sirvió de escenario a las más disímiles discusiones entre representantes y seguidores de los partidos políticos de la época.

EN SUS SALONES JUGO EL GENIAL CAPABLANCA

Igualmente conocimos que el genial ajedrecista cubano José Raúl Capablanca, quien fuera campeón del mundo, jugó en los salones del Plaza durante su primer torneo celebrado en La Habana.

El científico más reconocido de su tiempo, el alemán de origen judío Albert Einstein, fue homenajeado con un banquete por la comunidad hebrea de la capital, cuando el trasatlántico Bergenland, en el que viajaba a Passadena, California, para asistir a una conferencia científica, atracó en el puerto habanero.

Según información recopilada sobre la historia del Plaza, desde 1936 y hasta 1944 en sus portales se reunieron y departieron escritores de renombre como el español Juan Ramón Jiménez y los cubanos José Lezama Lima, Nicolás Guillén, los hermanos Dulce María y Enrique Loynaz, Samuel Feijóo, Angel Augier, Virgilio Piñera, Manuel Navarro Luna y Dora Alonso.

CAFE CON BUÑUELOS EN EL PORTAL DE LOS INTELECTUALES

Como parte del rescate de esas tradiciones, el director explicó que el pasado 30 de diciembre reabrió el Portal de los Intelectuales, con una tertulia literaria apadrinada por el poeta y novelista Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la cual se ofrece el café con buñuelos (dulce elaborado a base de yuca), típicos del lugar.

Del empeño de sus trabajadores por lograr que el Plaza permanezca en la preferencia de los turistas hablan los diversos lauros obtenidos, entre ellos, el Premio Iberoamericano de la Calidad en el 2003 —el primer hotel de América Latina en recibirlo—, Premio a la Excelencia Empresarial en el 2002 y el Reconocimiento Ambiental Nacional en la categoría de Turismo Responsable con el Medio Ambiente en el 2005.

En ocasión del centenario, el ministro del Turismo, Manuel Marrero, dejó en el Libro de Visitantes el siguiente mensaje a los trabajadores del hotel:

"Tanta historia requiere de parte de ustedes la mayor atención, para mantener los valores patrimoniales y culturales que se concentran en esta instalación. Ello, junto al buen servicio y la amabilidad que los caracteriza a ustedes, le aseguran al Plaza otros cien años prometedores."

Y quienes lo visitan, suscriben estos buenos augurios.

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